sábado, 14 de fevereiro de 2009
El poema de La mujer sin rostro
Porque una mujer
atraviesa la arena que existe
entre la memoria y la visión.
Las palabras se transforman en sueño,
en mundo inasible para cautivar.
El lenguaje se convierte en lo incierto,
bosque de fuego donde la verdad es mentira.
era un castillo azul
en el medio de la noche;
yo vivía;
pensaba que alejándome
me acercaría al canto de los muertos,
que no tendría que elegir
entre el vértigo y la soledad.
Pero ya ves,
es la distancia la que no perdona:
he olvidado mis rasgos,
ya no soy la que fui;
he pronunciado un nombre,
un nombre que no es mío.
Y ahora que se marcha
pienso que las canciones que tanto le gustaban,
se llenaron de polvo,
se cubrieron de moho,
sobreviven cansadas
en el armario de la desesperación.
Y es la distancia la que no perdona,
la que se multiplica cada vez que intento buscar
a esa mujer
que cabalga el olvido
como si aún tuviera el vientre fértil.
*Enrique Solin
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