Quiero que la noche se quede sin ojos
y mi corazón sin flor del oro;
que los bueyes hablen con las grandes hojas
y que la lombriz se muera de sombra;
que brillen los dientes de la calavera
y los amarillos inunden la seda.
Puedo ver el duelo de la noche herida
luchando enroscada con el mediodía.
Resiste un ocaso de verde veneno
y los arcos rotos donde sufre el tiempo.
Pero no ilumines tu limpio desnudo
como un negro cactus abierto en los juncos.
Déjame en un ansia de oscuros planetas,
pero no me enseñes tu cintura fresca.
*Federico García Lorca
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